Siempre nos emociona llegar a la cumbre de Guajara. Esta cumbre por mucho que se visite, nunca deja de sorprender y de embriagar con sus majestuosas vistas del Teide, Las Cañadas y de el resto de la isla. Al abrigo de los muros de piedra de la cima, nuestra imaginación no para de recrear las aventuras de Piazzi Smyth o de Jean Mascart, cobijados por esos mismos muros haciendo sus observaciones de los cielos de nuestra isla hace más de 100 años.  

 

Muchas leyendas hacen mágica esta cumbre, como la que cuenta que Guajara se lanzó desde  su punto más alto tras la muerte de Tinguaro en la batalla de Aguere.

Con sus 2.718 m.s.n.m. es la tercera cumbre más alta de la isla y del Parque Nacional de El Teide, un lugar increíble para dormir bajo las estrellas. La noche acompaña, el viento es apenas una suave brisa y las temperaturas veraniegas nos permiten cenar y conversar cómodamente antes de descansar en nuestros sacos de dormir.

El amanecer ha sido un bonito espectáculo de luz y color, mientras el sol despuntando sobre el horizonte, proyectaba su luz sobre las cañadas creando todo un juego de sombras y texturas.

El descenso, entre risas y bromas se nos hace corto y al llegar al Parador ya estamos pensando en volver nuevamente. Un vivac, que por mucho que se repita, siempre deja buen sabor de boca.